Según estudios una miradita, un cariñito en el brazo, recibir un coqueteo y devolverlo, no tendría nada de malo
El coqueteo en la oficina es un hecho, existe. Pasamos unas ocho o nueve horas, cada día, compartiendo un espacio relativamente pequeño con, en ocasiones, docenas de personas, y por estadística alguna nos tiene que gustar. Pero tienes pareja... ¿Significa que es una traición? La ciencia dice que no. Es más, los expertos aseguran que es un ejercicio sano que refuerza los lazos con tu pareja.
Según el Laboratorio de la Salud Sexual de la Universidad de Kentucky, dejarse llevar por el coqueteo con los compañeros de trabajo provoca que el deseo sexual por la pareja aumente de forma significativa.
“A veces, el hecho de coquetear con una tercera persona puede desencadenar en nosotros un estado de excitación que quizás no hayamos sentido durante mucho tiempo con nuestra pareja”, afirma Kristen Mark, profesora y coordinadora del estudio elaborado por el Laboratorio. La investigación se ha centrado en 160 mujeres de entre 18 y 60 años, todas con pareja estable, que se exponen a los afectos de amigos y compañeros. Aunque Mark avisa de que existen unos límites: “Si el coqueteo no va a más y nuestra relación es sólida, lo que puede ocurrir es que seamos capaces detransferir esos sentimientos de emoción hacia nuestra relación oficial”.
Porque pasar la barrera y acostarnos con esa persona que nos coquetea es, obviamente, una infidelidad.
Este estudio no es una excusa para ser desleal bajo el pretexto de tratar de fortalecer los lazos. Se trata, más bien, de una mirada realista a aquello que tarde o temprano a todos nos sucede, porque es de ilusos pensar que, para el resto de la vida, sólo se van a tener ojos para una persona.
El estudio también afirma que este es un juego peligroso que se debe mantener siempre bajo control y marca como límite, efectivamente, el sexo. Sí, la autoestima se refuerza, el subidón por sentirte deseada es un hecho pero, alargar el tonteo y focalizarlo siempre en la misma persona, elucubrando demasiado cómo sería tener una aventura a espaldas de tu novio, puede desembocar en que los pilares de la relación se tambaleen y llegues a pensar, seriamente, si se trata de un simple juego o es el reflejo de un problema de fondo.
Por eso, los expertos apelan al buen juicio y a la sangre fría, e invitan a no extralimitarse y a tener siempre presente que esas miraditas, esos roces y esas frases a veces un tanto subidas de tono no son más que tonteos y herramientas para, más tarde, reencontrarnos en casa con nuestra pareja y explotar con ella en un remolino de pasión. Se trata de canalizar toda esa excitación hacia quien está en casa, y exprimir ese torbellino de adrenalina y dopamina con él.
Y mejor que no lo cuentes. Verbalizarlo también puede ser el primer paso de la obsesión. Los expertos invitan a dejarse llevar sin perder el control, y parar cuando de verdad consideres que estás haciendo algo que no te gustaría que te hicieran a ti.
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